No hay nada más inútil e insatisfactorio que sacrificarse por los demás. Las tareas que se hagan por los demás deberán hacerse con amor o, de lo contrario, evitarse.
Todo lo que se hace con amor es placentero; por lo tanto, no pesa ni molesta. Por el contrario, todo lo que se hace con sacrificio genera presión interna, rencor, enojo, molestia y, a veces, hasta odio.
El sacrificio por los demás está aprobado socialmente y es muy bien visto. Uno puede sacrificarse, por ejemplo, por los hijos, por los padres, por la pareja, por la profesión, por los niños desamparados, por alguien enfermo, por la institución religiosa a la que pertenece, por la empresa que da trabajo. La lista podría ser interminable y no es más que un muestrario de la acción equivocada de nuestro ego.
El sacrificio va muy de la mano con la manipulación. Por ejemplo, una madre que ha dejado su vida de lado por los hijos, tarde o temprano, usará su postura como válida para exigir algo de ellos; el novio o novia que cambia su rutina y deja de hacer ciertas actividades por el otro tratará después de exigir lo mismo.
La próxima vez que vayas a sacrificarte por alguien, pregúntate primero si ese alguien te lo pidió. La actitud de mártir no lleva hacia Dios como muchos creen, sólo el camino del amor. Haz las cosas con amor o no las hagas! que sean incondicionales!!! asi crecerás en tu corazón.
Hay una manipulación tácita, en que la mayoría demanda de los demás algún tipo de retribución por las cosas que nos dan, que han hecho supuestamente a nuestro favor, arrogándose el derecho de reclamarlo o sacarlo a relucir a manera de demostración de lo bueno que son o que hemos sido.
Los hijos no le deben nada a los padres… como tampoco los padres a los hijos, cada cual eligió antes de venir sus parientes, amigos y parejas, ha sido una decisión perfecta en el reino de las almas.
Es preferible sentirse feliz y alegre por la oportunidad que nos dan en este teatro dramático de la vida, para experimentar, jugar y aprender… aunque a veces nos duela o tengamos sufrimientos a la medida de nuestras ignorancias o aquello que no hemos entendido ni aprendido para cumplir con nuestras misiones de vida individuales.
Cuando estemos en el salón de la verdad, frente a nuestro libro de leyenda personal no habrá que si él, o aquél, etc… que si hicimos o no hicimos porque… nada de eso… solo valdrá cómo continuar mejorando, aprendiendo y expandiendo nuestra sabiduría espiritual (integral) para poder cada vez ampliar más la comprensión universal.
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